LIPSANOTECA DE LA PARROQUIA DE SAN SEBASTIÁN
La Parroquia de San Sebastián de Pomar en Badalona dispone de un camarín con reliquias que nos han sido donadas, entregadas para su cuidado y protección manteniéndolas a salvo de su deterioro y de cualquier tipo de especulación. Uno de nuestros objetivos, en la Parroquia, es rescatar las reliquias del abandono, restaurarlas, venerarlas con devoción, guardarlas y exponerlas con la dignidad que se merecen. Por esta razón, acogemos las reliquias y les ofrecemos un lugar de honor en relicarios dignos para su devoción.
“Las reliquias nos conducen a Dios mismo; en efecto, es Él quien, con la fuerza de su gracia, da a seres frágiles la valentía de testimoniarlo ante el mundo.
Cuando la iglesia nos invita a venerar los restos mortales de los mártires y de los santos, no olvida que, en definitiva, se trata de pobres huesos que pertenecían a personas en la que se ha posado la potencia viva de Dios.
Las reliquias de los santos son huella de esa presencia invisible pero real que ilumina las tinieblas del mundo, manifestando el Reino de los Cielos que está dentro de nosotros. Proclaman, con nosotros y por nosotros: Maranatha – Ven, Señor Jesús”.
(Benedicto XVI, discurso de acogida a los jóvenes en el embarcadero de Poller Rheinwiwesen de Colonia el 18 de agosto de 2005)
Santa Ana Catalina de Emmerich fue de las pocas santas que discernía las verdaderas reliquias de las falsas. Ella señala, en una de sus visiones, que las iglesias y los feligreses que veneran con fe las reliquias de los santos reciben de ellos muchas bendiciones y sus iglesias permanecen vivas.
Veneración de las reliquias
Para nuestra Parroquia es un honor disponer de la fuerza de la intercesión de tantos santos que, a través de sus reliquias, nos amparan y protegen en cada uno de los proyectos que llevamos a cabo. La iglesia católica cree firmemente en el poder de intercesión de los santos que a través de sus reliquias se honran debidamente, con devoción, y con la dignidad que requieren, estando ubicados en un sitio de honor de la iglesia y en preciosos relicarios.
Desde la gran devoción que tenemos, se ha instaurado la costumbre, después de la celebración de la Santa Misa de dar a venerar a los feligreses la reliquia del santo del día. Con gran fe se honra al santo, de forma que a través de su intercesión, nuestras peticiones son oídas en el Cielo.
Regulación de las reliquias por la Iglesia Católica
La Iglesia Católica aprueba la veneración de las reliquias en el Concilio de Trento (1563) en el que se defiende la invocación a los santos a través de la veneración de sus reliquias. En la sesión XXV (3 y 4 de diciembre de 1563) el tema de las reliquias, así como el de las imágenes sagradas. Para ello, aprobó un importante decreto, que iniciaba con estas palabras:
“Manda el santo Concilio a todos los Obispos, y demás personas que tienen el cargo y obligación de enseñar, que instruyan con exactitud a los fieles ante todas cosas, sobre la intercesión e invocación de los santos, honor de las reliquias, y uso legítimo de las imágenes, según la costumbre de la Iglesia Católica y Apostólica, recibida desde los tiempos primitivos de la religión cristiana, y según el consentimiento de los santos Padres, y los decretos de los sagrados concilios; enseñándoles que los santos que reinan juntamente con Cristo, ruegan a Dios por los hombres; que es bueno y útil invocarlos humildemente, y recurrir a sus oraciones, intercesión, y auxilio para alcanzar de Dios los beneficios por Jesucristo su Hijo, nuestro Señor, que es sólo nuestro redentor y salvador; y que piensan impíamente los que niegan que se deben invocar a los santos que gozan en el cielo de eterna felicidad; o los que afirman que los santos no ruegan por los hombres; o que es idolatría invocarlos, para que rueguen por nosotros, aun por cada uno en particular; o que repugna a la palabra de Dios, y se opone al honor de Jesucristo, único mediador entre Dios y los hombres; o que es necedad suplicar verbal o mentalmente a los que reinan en el cielo”
Más recientemente, el Concilio Vaticano II recogió la doctrina católica sobre las reliquias en la Constitución sobre la liturgia “Sacrosanctum Concilium”: “De acuerdo con la tradición, la Iglesia rinde culto a los santos y venera sus imágenes y sus reliquias auténticas. Las fiestas de los santos proclaman las maravillas de Cristo en sus servidores y proponen ejemplos oportunos a la imitación de los fieles” (Sacrosanctum Concilium n. 111).
El Papa Juan Pablo II promulgó un nuevo “Código de Derecho Canónico” en 1983 dedicando una sección al “culto de los santos, de las imágenes sagradas y de las reliquias” (cánones 1186-1190). El canon 1190 establece que está terminantemente prohibido vender reliquias sagradas. Las reliquias insignes, así como aquellas otras que son honradas con gran veneración por el pueblo, no pueden en modo alguno enajenarse válidamente o ser trasladadas a perpetuidad sin licencia de la Sede Apostólica. Las reliquias de mártires y santos deben ser veneradas según las normas litúrgicas (canon 1237).
El Catecismo de la Iglesia Católica también reconoce las reliquias como expresión de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia: tales como la veneración de las reliquias (Catecismo de la Iglesia Católica de 1993, n. 1674).
Tipos de reliquias
Las reliquias pueden ser de tres grados: a) las de primer grado son aquellas que corresponden a fragmentos del cuerpo del santo (hueso, sangre, etc.); b) las de segundo grado engloban objetos usados por el santo ( prendas de vestir, la Biblia personal, rosario, crucifijo,etc., y c) los de tercer grado corresponden a objetos que han estado en contacto con reliquias de primer grado o con la tumba del santo.
La fuerza de intercesión de la reliquia
Todo poder viene de Jesús. La reliquia es venerada por su pertenencia a un santo, no por sí mismas. Dios utiliza sus instrumentos para hacer milagros. San Jerónimo afirmaba claramente que no adoramos las reliquias de los mártires, sino que a través de ellas adoramos a Aquel (Dios) por quien fueron mártires (cf. “Ad Riparium”, I, P.L., XXII, 907). San Agustín, por su parte, en diversos momentos de su obra “La ciudad de Dios”, presenta más bien los aspectos positivos de la veneración de las reliquias, al describir el uso que los cristianos hacían de ellas y los beneficios obtenidos de Dios gracias a las oraciones en las que se pedía la intercesión de los santos.
Rvdo. Don Felipe Simón Muñoz, párroco.